lunes, 22 de marzo de 2010

Cheap metaphore.

Un par de notas atinadas rebotaron contra una pared y volaron. Sé que después pasó mucha gente, pero nadie tenía tiempo para ver la vieja pared desteñida de la misma esquina de siempre. Y con razón. De haberla visto se hubieran cansado, aburrido.

Un día nublado un niñito se sentó a contemplar la desgastada pared. Me alegré: pensé "¡De una vez por todas alguien la va a pintar!". El niño se fue y después de unos minutos trajo con él una pelota. Empezó a jugar con la sorprendida pared.

Basta solo pensar un poco para imaginar la alegría de la pared. Basta solo razonar un poco para calcular los minutos que tardó el niñito en aburrirse.

Pobre vieja pared. Ya no le queda otra que martirizarse y ser una pared de nuevo.

jueves, 18 de marzo de 2010

alguien que arme el rompecabezas de mi cabeza, por favor.


(Y si puede que no rompa las patitas de las piecitas, que ya están medio rotas por la humedad.)

martes, 16 de marzo de 2010

Asesiname.

-Decile que se vaya, que no me la banco más!
-¿A quién, loca?
-A esa!
-¿¡A quién!?
-A esa flacaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
-¿A vos?
-Si! Decile que no me la banco más. Que se vaya. YA.

domingo, 14 de marzo de 2010

Drama girl.



Y después de todo eso que ni en mi mente había podido describir corrí y corrí con motivo aparente pero falso. Y ni siquiera mi corazón acelerado ni mi respiración entrecortada borraban de mi mente las imágenes confusas, casi surreales.


Me costaba terriblemente disimular mi sonrisa, mi sonrisa de demente. Demente que sonríe después de haber presenciado algo que ni él mismo recuerda. ¿Tan bello era? ¿Tan concreto había sido ese reencuentro? ¡Tantas ganas tenía de subirme y fantasear de nuevo!


Cuando llegué alguien que no recuerdo me preguntó alegremente cómo la había pasado.

-Lindo.

Y me fui a dormir.






jueves, 11 de marzo de 2010

Ready.

Salí de mi casa después de horas de arreglarme para verme igual que todos los días. Para que me vean igual que todos los días. Eligiendo la ropa, peleando con mi flequillo, buscando monedas. Me miré al espejo del ascensor y pensé en que estaba bien. Casi me felicité. "Seguro lo va a notar". Tragué saliva.

Apenas me fui de la casa una oleada de viento me subió la pollerá y me empecé a preguntar si no sería un poco corta. Mientras caminaba mis pies blancos se iban llenando de polvo y mugre, y sentí que lo mejor habría sido ponerme un par de zapatillas. Bajé al subte y el calor me invadió las ideas. La angustia me consumió y mis nervios perdieron la cordura. Transpiré y sentí que todo el perfume se evaporaba de mi piel. Casi lagrimeando salí del vagón y arrastrando los pies me dirigí a mi salida.

Entonces me vi en ese espejo (Que no se a quien se le ocurrió poner en ese lugar!) y vi la misma imagen que había visto hace unos minutos en mi ascensor. Claro que mi mirada estaba más desesperada y triste. Claro que no pude evitar reir. Claro que respiré hondo y las escaleras mecánicas me elevaron a mi y a mi autoestima a la geósfera.

La misma chica que tragó saliva y abrió la puerta de su casa caminaba más decidida por Bolivar y Alsina.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Escribimos poesía
pero nunca coordinamos.
Vos escribís en inglés
y yo en castellano.