martes, 4 de enero de 2011

Llora mi amorcito.

¿Qué pasa, amorcito? Me desconcierta verte llorar así. Dale, amorcito, sabés que podés contarme a mi. ¿Sabés, amorcito? Yo también una vez me sentí chiquita por querer desaparecer. Y no me molestaba que me pisotearan las habladurías gigantes. Me molestaba que no me vieran tus ojitos. Pero me viste, amorcito. Y ahora promeo verte a vos.

Pero ¿Por qué seguís llorando, amorcito? ¿Pensás acaso que te voy a dejar? Si bien sabés que no me puedo de vos despegar. Que hasta me cuesta respirar, amorcito, te lo juro por el General. Basta, amorcito, llorás y no te entiendo. Llorás y me pone mal.

¿Te falta mucho, amorcito? Te vas a perder el sol. Te vas a perder también la luna, amorcito, el amanecer y mi amor. Y yo no quiero que te pierdas de nada, amorcito, yo te voy a cuidar. Pero necesito que pares, por favor, que pares de llorar.

Pará, pará! Ponete a pensar. Amorcito ¿Qué ganás? Sin hablar ni respirar. Matarme, matarme ganás. No tengas verguenza, la verguenza es de débiles, amorcito. La verguenza es de cobardes, de canallas, y de esos hay para regalar. ¿Cómo recupero a mi viejo amorcito, el de la mirada perdida en el mar...?

Así que

Basta, amor. Porque me voy a enojar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario